Que la vida es una caja de sorpresas, no es nada nuevo que yo vaya a contaros.
La frase “el mundo está muy mal repartido” es de uso común.
Que tiene que existir variedad para que haya mundo… pues sí, también es algo que nos rodea. Pero hay factores que son inevitables, nos rodean experiencias, vivencias, sentimientos, experiencias, que son como objetos de peso, metidos en una maleta, que parece no vaciarse nunca, y que, a medida que pasan los años, pesan mas y mas.
Me gusta definirme como una persona aventurada, atraída por el riesgo de las emociones, me gusta sentir la vida, y que ésta me haga tanto sonreír como llorar, así como llevarme a un mundo, al que jamás imaginé visitar. En mi interior, hay varias voces… una me dice que adora esa parte de la vida y de mi personalidad, y la otra parte, lo odia. Las razones y los porqués, podrían ser por varias razones, o simplemente por ninguna razón.
La cuestión es que pasan los años y sigue el aprendizaje y al evolución de los sentimientos, sigue el riesgo, cuyos efectos toman una forma diferente en su momento.
La manera en que sientes, lo vives, y te recuperas de la caída.
Se me antoja escribir muchas expresiones típicas y algunas quizás no tan tópicas referidas a los sentimientos…
Pero creo que no es el momento.
La vida está llena de momentos y oportunidades diferentes.
Solo hay que dejarse llevar, sentirlos y disfrutarlos en la medida de lo posible.
La esperanza es lo último que se pierde, dicen, pero a veces se pierde por el camino.
Y a veces, se pierde cuando desea ser recuperada. O no.
En ésta vida, el único consejo que me atrevo a dar, sería ser, vivir, sentir, y aunque parezca una frase hecha obvia. No es tan fácil…
Nunca dejaremos de querer aprender involuntariamente, ni de caer.
Por suerte o desgracia.
Así ha de ser.