«Hoy voy a confesar…»
Seguro que alguno de vosotros al leer ésta frase le ha venido a la cabeza la melodía de la canción de Rocio Jurado. Si, y a mi también.
Hace mucho que no me paso por el blog, y la verdad es que siento que no tengo nada que contar, y no porque no me sucedan cosas sino que he llegado a un momento de mi vida donde no siento la necesidad de compartir. En cierto modo, hecho de menos a esa chica que manejaba las redes sociales como pocos y aprendía nuevas cosas en la red. Parece que me hago mayor, ya con 33, noto el peso y el paso de los años, paseo con mi niña interior de la mano y observo el mundo que me rodea, lo que he conseguido, lo que anhelo, en lo que me he convertido, en cómo ha sido la inversion del tiempo, en mis relaciones con las personas y en cómo va cambiando el mundo, el aprendizaje, la evolución humana y la tecnología en todo éste tiempo.
Me doy cuenta de que estoy dentro de un mundo pretensiosamente infinito, donde parece que juguemos a ser inmortales, a hacer promesas imposibles y a desear lo indeseable. Un mundo mal dirigido, con personas bloqueadas por una sociedad en la que se la ha olvidado lo mas importante.
No es la primera vez que hablo de esto, pero necesitaba escribir, desahogarme, y ¿para qué está internet sino? Lleno de bloggers, twitters, youtubers, gente comentando gartuitamente, criticando, y videos llenos de opiniones absurdas y noticias manipuladas, tanto que a veces olvidamos quienes somos y para qué somos. Decir a veces es una manera de suavizar, la mayoría de la humanidad estamos sin saber en donde estamos y para qué somos.
Sin ir mas lejos, yo me pierdo, me pierdo y me vuelvo a perder.
Yo confieso que me siento obligada a ser una oveja mas ¿por qué? Supongo que por cobardía por comodidad, por excusas, por aprender a sobrevivir. Dinero, facturas, estabilidad, deseo, posesión. Pérdida de ideales y sueños, ahi reprimidos, intentando asomarlos a la ventana para que les de la luz. Tan solo intentándolo, la intención no siempre es lo que cuenta, de echo casi nunca lo es.
El mundo está muy roto, y la humanidad es consciente de ello, algunos intentan arreglarlo, otros tan solo viven estando de paso, caminan sobre la tierra viendo pasar el tiempo, como si nunca fuese a terminar, como estrellas en el cielo, como huellas en la orilla, como piedras en la tierra.
Y todo da igual.
Y hay demasiadas posibles vidas para vivirlas en solo una.
Demasiados vienes materiales, demasiada importancia a lo inerte, al dinero, a la imagen que proyectamos, mientras las almas se van muriendo en la sociedad, mientras nos culpamos los unos a los otros.
Y seguimos sin hacer nada.
Bueno si que se hace, se crean nuevas enfermedades que se tratan con medicamentos: ansiedad, depresión, entre otras variantes, cuando quizás lo que necesitan es una guía sobre la vida, sobre la personalidad.
Quizás solo se necesite un abrazo y alguien que escuche. Psicólogos gratuitos en cara de amigos o comerciales, psicólogos y psiquiatra de pago… el mundo necesita algo mas que no se trata con pastillas y drogas.
Todo erroneo, porque todo tiene su base inerte y material, una creencia cuya religion es «El dinero y el poder» la droga mas adictiva y menos controlada.
Y el dinero crea guerras, genera muertes a personas, gana lo inerte a la vida, gana el dinero al amor, gana la piedra a la sangre.
Y sigo sobreviviendo, queriendo hacer mas de lo que mi vida me permite alcanzar, cantar, dibujar, escribir, crear, aprender, trabajar, viajar, conocer, comer, amar, cuidarme… no da tiempo ¿da tiempo? No, es imposible, es una ilusión. Constancia y dedicación, suerte, echarle huevos. Tan solo un disfraz que nos hará creer que estamos consiguiendo «vivir».
Hay demasiadas vidas para tan poco tiempo, la muerte acecha, y nosotros mientras nos preocupamos por parecer y por querer conseguir, por ser, no ser y dejar de ser, para luego volver a ser.
No sé…
Hay demasiado que hacer, hay demasiado que vivir, para vivir.
Demasiadas distracciones para ser, para vivir, para ver.
Hay demasiado para tan poco, y hay muy poco para demasiado.
Y mientras malgastamos el tiempo.
Mientras vivimos.
Porque luego no se puede.
Ya que después es imposible.
Me gusta la reflexión que haces, es muy acertada…
Gracias Daniel! 🙂